Un sótano, una puerta que chirría, unas fotos alucinantes y un señor en pantuflas.

Suena muy random, pero te pongo en situación.

Imagínate que te acabas de comprar un pisazo de lujo —soñar es gratis— y estás buscando a un diseñador de interiores que te ayude a decorar tu nueva y flamante vivienda. Resulta que te han recomendado a uno muy bueno.

Muy, pero que muy bueno.

Así que vas a hacerle una visita.

Al llegar, ves que su estudio está en un sótano sin luz. Bajas y tocas al timbre, pero está roto, así que te toca aporrear varias veces la puerta.

Cuando tu anfitrión por fin se da cuenta de que estás ahí, pasas, pero entre que la puerta chirría y que el sitio es un tanto lúgubre, aquello parece un castillo.

La decoración es bastante tosca, elegida sin mucho cuidado.

E incluso sospechas que aquel pobre hombre, que huele un poco a rancio y te recibe en chandal y pantuflas, podría tener algo de Diógenes.

Tú le saludas, pero en vez de devolverte el saludo como haría una persona normal, lo que hace es pasarte por la cara las fotos de sus últimos proyectos. Así, sin un “hola buenas” ni nada.

Las ves —porque no te queda otra— y la verdad es que son flipantes. Quizá el tipo sea tan bueno como te han dicho, porque esas fotos no tienen desperdicio. Pero te quedas tan a cuadros y te ha dado todo tan mala espina que acabas saliendo por patas.

Ahora pregúntate esto…

Si en la vida real esto sería digno de una de tus peores pesadillas, ¿por qué en internet lo tenemos tan normalizado?

¿Por qué muchas veces no dedicamos la misma atención al local digital de un negocio que al local “de carne y hueso”?

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9 claves para tener una web que cualquiera quiera copiarte y que no huela a ‘esto lo hago yo en un rato’

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9 claves para tener una web que cualquiera quiera copiarte y que no huela a ‘esto lo hago yo en un rato’

Te cuento cuáles son las 9 características innegociables que debe tener tu web —aunque seguro que hay más— para que la experiencia de quienes aterricen en ella no tenga nada que ver con ningún sótano.

Ni con ninguna puerta que chirríe.

Ni con ningunas fotos alucinantes.

Ni con ningún señor en pantuflas.

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